jueves, 6 de mayo de 2010

οἰκονομία: una tragedia griega



“Cuando entraron en el euro ya se vio que había problemas. Sabíamos que Grecia nos estaba engañando”


Karel De Gucht, comisario europeo de Comercio





¿Alguien quiere saber por qué no le pararon los pies entonces a los griegos entonces?

Pues es muy fácil.

Por el mismo motivo por el que la Unión Europea llamó “el milagro español” a la burbuja crediticia artificial con la que Aznar y Rato lograron la convergencia.

Por el mismo motivo por el que nadie dice a Alemania que triplica la tasa de déficit público permitida para un país de la zona Euro.

Por el mismo motivo por el que una crisis originada por bancos y empresas financiaras la van a pagar los trabajadores de clase media.

Porque vivimos en un mundo occidental que es cualquier cosa menos democrático.

El “sistema” es este. Vivimos en una sociedad neoliberal. Lo queramos o no. Hasta el más rojo de los presidentes" socialdemócratas" acaba cediendo: Zapatero es un ejemplo, aplaudiendo el crecimiento desaforado de la España que heredó de Aznar, sin mover un solo dedo para evitar el futuro descalabro (previsible).



¿Y qué pasa cuando un gobernante se quiere rebelar y salirse del sistema?

Pues que no le dejan. No está permitido. No tiene esa capacidad.

Las agencias de rating automáticamente van a decir que su política económica no es fiable y le van a bajar la calificación. Las mismas agencias que son propiedad indirecta, por cierto, de los grupos financieros que han explotado la Gallina de los Huevos de Oro hasta dejarla hecha hamburguesas.


Eso se llama "extorsión". Hubo un tiempo en que era delito. Ahora la vemos en los periódicos cada vez que un político se mueve un solo milímetro fuera de lo que quieren los grandes iversores.




Y los “liberales”, esa pandilla de piratas sin parche y con corbata, dicen muy llenos de razón que el control financiero debe privatizarse (más todavía). Claro, ya vimos con Lehman que la empresas privadas son totalmente de fiar.

Al fin y al cabo, sólo nos han mentido a todos y fracasado en su trabajo. Porque a esa gente se les paga para que nos informen de la fiabilidad de una inversión. Y resulta que su verdadero trabajo es engañar y mentir para que las empresas y sus ejecutivos ganen el mayor dinero posible.


Normal: recordemos que el mismo ejecutivo que trabaja en la empresa financiera de turno tiene también un asiento en la empresa analista. Está todo calculado.




Pero ahora vemos que la Unión Europea también se sumó al carro. Que sabían que les estaban mintiendo, pero no dijeron nada de nada. Que nos han estafado a todos.

Y luego se quejan de que haya “euroescépticos”.




Y esto… ¿quién lo va a pagar?



Los de siempre, claro.



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"La verdad triunfa por sí misma, la mentira necesita siempre complicidad".

Epicteto de Frigia (50-135)

miércoles, 5 de mayo de 2010

Toros



Iba a escribir un artículo sobre uno de esos temas eternos.

Pero mejor se lo dejo a Lope. No soy rival.



“No falta razón, que esta fiesta bruta
sólo ha quedado en España,
y no hay nación que una cosa
tan bárbara e inhumana
si no es España consienta”.

Lope de Vega (1562-1635)


Sorprende comprobar que estos temas no son nuevos, que vienen de siempre, que de antiguo se han disputado y desde tiempos pasados ha habido gente muy cabal y castiza que no tragaba con la vergüenza del toreo. Y muy española.



“Los madrileños se acercan al circo a ver un animal tan bueno como hostigado, que lidia con dos docenas de fieras disfrazadas de hombres”.

Mariano José de Larra (1809-1837)


Al menos ni Lope ni Larra pueden ser acusados de ser catalanistas y de dudar de los símbolos de lo que representa a España por el mero hecho de denunciar lo obvio: que el salvajismo lo deberíamos haber superado en Altamira.



“El arte de torear consiste en convertir en veinte minutos a un bello animal en una albóndiga sangrante ante un público alborozado”.

Manuel Vicent (1936-)




“Es moral lo que hace que uno se sienta bien, inmoral lo que hace que uno se sienta mal. Juzgadas según estos criterios morales que no trato de defender, las corridas de toros son muy morales para mí”.

Ernest Hemingway (1896-1961)


Al menos Hemingway era sincero, como buen yankee. Sus palabras resumen el sentir real de todos los “taurinos”: las corridas de toros están de maravilla porque me gustan a mí.


Y al resto, aire.

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“El redondel de los toros es el gran embalse de toda la incultura nacional.”

Francisco Umbral (1932-2007)

lunes, 3 de mayo de 2010

En la lista de los “listos”


España, como cualquier país, entra en el juego de las listas. Como dijo un publicista brillante, “todas las listas tienen algo en común: siempre hay un primero, y después vienen todos los demás“. Se elaboran listas de riqueza, de crecimiento económico, de déficit público, de integración, de gasto militar…

Estas listas sólo sirven para ayudar a los políticos a su habitual estrategia de desinformación informada. La población, ganado ávido de saber en qué posición estamos en cada aspecto listable que se le ocurra a los estadísticos, puede sentirse orgullosa o escandalizada.

Orgullosa cuando, dicen, España resulta ser uno de los países del mundo con mayor nivel de vida. Escandalizada en los casos en que el sistema educativo, según nos juran, es de lo peor del Universo sideral a este lado de la Vía Láctea.



Pero hay una lista en la que España destaca y a nadie parece importarle. Es la lista de los “listos”.

En esa lista, el país de Belén Esteban está encuadrado con compañeros de lujo: Argelia, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, China, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Egipto, España, Finlandia, India, Indonesia, México, Noruega, Pakistán, Perú, Tailandia, Venezuela y Vietnam. Sólo consuela que también están Canadá, Italia y Grecia, pero quizás no tanto consuelo viendo cómo les va ultimamente a esos tres...

Esa lista destaca, según la USTR (United States Trade Representative) a los países piratas por antonomasia. Aquellos que violan sistemáticamente todas las leyes sobre propiedad industrial e intelectual. Los paraísos de la piratería.

Canadá tiene excusa: su tradición es tocar las narices a los Estados Unidos, en todo, y hacer siempre lo contrario. El resto de la lista son países bananeros que destacan por no respetar el mínimo sentido común.

España, claro, está entre los primeros. Aquí, en esta bendita piel de toro, donde decir en público que eres escritor o músico equivale a que te miren como si te dedicases a la trata de blancas (y de la gente que hace cine, menor no hablemos).


Aquí, donde la SGAE es más conocida y odiada que Hacienda.


Estados Unidos dice, y con toda la razón, que en España no se observa el mínimo respeto por el trabajo intelectual y que las descargas ilegales son norma: casi la mitad del tráfico mundial, que se dice pronto teniendo en cuenta que somos de los países más atrasados de Europa a la hora de tener cobertura de internet.

Osea, que de cada dos internautas, uno dedica su red a hacer cosas ilegales.

Y cuidado, que a nadie se le ocurra pedir que se legisle y se persiga a esos delincuentes. Sí, sí, delincuentes, ladrones, chorizos, piratas… A ver si nos enteramos de una vez que es un delito, que está mal, que deja a miles de personas en el paro, además de ser una falta de respeto.

Si te gusta la música, págala. Si te gusta el cine, págalo.

No es para tanto.


Luego están las “asociaciones de internautas”, formadas mayoritariamente por informáticos e ingenieros, que dicen que la Ministra de Cultura (que en Gloria esté) les persigue. Esa gente luego llega a su casa y comprueba que la descarga de las seis temporadas de ‘24’ siga a buen ritmo. Les gustan mucho el cine y las series, dicen.

Pero cuidado, cuando desarrollan su trabajo, su software, se cuidan mucho de poner trabas anticopia.

Una cosa es robar el trabajo a otros, y una muy diferente que te lo roben a ti y que se te quede cara de idiota.


El otro día salía de una tienda con dos DVD recién comprados en la mano y la gente me miraba como diciendo “mira ese gilipollas, o no tiene internet o es rico”.

La cultura es cara, se justifican.

Es la justificación básica, me imagino que la deben enseñar en la escuela. Pero luego sales a la calle y resulta que todo Dios tiene un Volkswagen, como poco, y cenan en uno de los cientos de restaurantes que hay en las ciudades españolas, y se toman copas de 8€ cuyo coste al hostelero no le llega a 50 cent.


Y pagan 10€ por ver ‘Avatar’ en 3D. Eso no les parece caro, porque está de moda.


Sólo espero que llegue pronto el día en que cada uno de esos ladrones del siglo XXI tenga que grabarse a sí mismo cantando, porque los gilipollas de los cantantes hayan tirado la toalla y decidido dedicarse a algo que les alimente sin sentirse unos apestados.


Tendrán lo que merecen.


¡Qué viva la tecnología!
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"Es lícito violar una cultura, pero con la condición de hacerle un hijo".

Simone de Beauvoir (1908-1986)