jueves, 4 de diciembre de 2008

Jugar al gato y al ratón


Como ciudadano español, reciente, a la par que periférico, nada me parece más urticante que la expresión “país de pandereta” aplicada a la piel de toro. Escuece por malintencionada, pero escuece todavía más por real. Un ejemplo de ello ha sido el trato dispensado en la última década a un problema tan sensible como el del terrorismo, algo serio, que cuesta vidas humanas que, como siempre sucede con una vida, son inocentes. Un año con un solo muerto por terrorismo es igualmente dramático que uno con veintidós, y da igual tregua o no tregua: el dolor es el mismo, aunque toque a más personas de manera directa. Y acabamos de tener otro, otro inocente más que mañana no va a desayunar, no va a leer el peródico, no se va a poner las zapatillas, porque se le acercó uno que escondía una pistola.

Para combatir este cáncer de nuestra sociedad, ya convertida en mafia, el muy avezado exgobierno Aznar planteó en su día una Ley de Partidos. No era mala idea, y parecía lo más cabal. Se trataba sobre todo de cortar el grifo de dinero público a un grupo de personajes pseudopolíticos, sinvergüenzas que encubrían y recaudaban en nombre de los asesinos, desde despachos oficiales. El problema fueron los términos, muy propios de aquella administración y sus bigotes, siempre pensando en electoralismos y marcar fronteras "fáciles": todos nos conocemos el tema de que todo partido democrático debía condenar el terrorismo, etc. Vago y amplio, polémico e inexacto, el presidente Aznar exigía de las gentes de bien gestos ampulosos en pro de la vida. Nada que objetar, sino fuera tan resbaladizo como estamos viendo ahora.

Es posible que hoy día, dos legislaturas después, no se recuerde adecuadamente. Pero en aquellos días se ejercieron verdaderas carreras de sprint para condenar velozmente cada bomba, cada tiro, cada cajero chamuscado por la mafia vasca. Si un partido tardaba demasiado, podía ser cómplice. Y luego nos volvimos más exigentes: sí, de acuerdo, han condenado, pero no han sido suficientemente contundentes. Como si tuviera alguna lógica calibrar el grado de adhesión con la libertad a vivir de todos los españoles, el sinsentido siguió adelante: ya no basta con condenar, porque además no puedes reunirte, hablar, o saludar a alguien que tenga que ver con los terroristas. Porque ellos, los terroristas, nunca han dejado dudas. Su actitud ante los atentados siempre es la misma: callan groseramente, como el vecino al que saludas en el ascensor, a escasos diez centímetros de su abrigo, y mantiene su boca cerrada como una estatua de sal.

El diario El Mundo abría edición sorprendiéndose de la actitud de los compañeros de mus de la última víctima del terrorismo. Tengo buenos amigos vascos, y quizás será por eso que a mi no me sorprende. En un pueblo "abertzale" como Azpeitia (100% partidos nacionalistas en el ayuntamiento, gobernado por ANV) es normal que las víctimas tomen café al lado de quien podría ser su delator mortal. Y pueblos como Azpeitia hay muchos en Euskadi. Ese es el gran fallo de la Ley de Partidos, que obvia a los miles de personas que consideran que "esa" es la vida "normal" de un vasco: ir a tomar el café y echar el mus hasta que un día te maten porque un vecino, quizás compañero de partida, te delate.

Un buen amigo y gran músico me contó no hace mucho, hablando del terrorismo vasco, una historia digna de leer. En su pueblo, su padre (concejal del PSOE) juega a mus con el párroco (filo-nacionalista), el alcalde (PNV) y el líder del grupo abertzale en el concejo. Los cuatro se conocen desde que eran niños. Y el concejal abertzale, siendo preguntado en una ocasión durante la partida, confiesa al padre de mi amigo que quizás un día les diga a los pistoleros dónde aparca los viernes al volver del trabajo. "Si hace falta" es la frase textual que mi amigo y su padre llevan tatuadas en su nuca. Aplíquesele ahora una Ley de Partidos a semejante realidad.

Aquella Ley y su envenenado y equívoco espíritu fueron el legado más espinoso que “el artista anteriormente conocido como ZP” (ahora “Z”, a secas) tuvo que torear al llegar a Moncloa. Una Ley en la que no creía, pero que debía hacer cumplir para quedar bien, para poder luego negociar la tregua, ilegalizando los partidos "sospechosos".

El baile de siglas desde entonces (HB, ANV, PCTV...) ha hastiado a los más razonables en los últimos años. El alfabeto ya se agota. Lástima que el euskera no tenga media docena más de letras. Mismos perros, diferentes collares. Infinitos collares. Algo que todos tenemos claro, pero… ¿de qué ha servido? Solamente pone de relieve las incoherencias de un sistema pensado por Aznar en términos miopes, de la misma manera que sólo quería ganar votos cuando hablaba de la derrota policial del terrorismo: cualquier persona razonable que conozca levemente el problema sabe que no hay cárceles en España para encerrar a todo el entramado (económico, político,social) de los asesinos, y que el tiempo que la banda tarda en reclutar a un nuevo descerebrado capaz de empuñar una pistola es mucho menor del que tarda la Policia en entrullarlo. Y encima, ya vemos que cada víctima lleva aparejadas "promesas de disolución" de grupos municipales. Pero eso ya lo hemos escuchado antes, y luego resulta que todavía quedan ciento y pico ayuntamientos con terroristas sentados en el pleno.

Seamos realistas. Aunque nos cueste comprenderlo, los asesinos tienen detrás una masa social de algunos miles de personas. Una verdadera estructura mafiosa, con familias implicadas. Nunca les ha costado excesivo trabajo elaborar una “lista blanca” para sus diferentes marcas electorales, porque siempre habrá alguien suficientemente “limpio”. Es así como llevan décadas operando todas las demás mafias europeas. Pero al PP, ahora en la oposición, nunca le basta, y por ello ha presionada para obligar al PSOE a que, desde el Gobierno, emprenda la apertura de miles de expedientes de “limpieza de sangre” equivalentes a los de la Inquisición contra los judíos y musulmanes, siempre en persecución de la última treta de los terroristas. Y no parece que funcione, aunque siempre queda el supuesto de que el Gobierno no lo esté haciendo del todo bien, logicamente.

Los jueces sabrán como evalúan, shakespirianamente, si una persona “es o no es” parte del entramado terrorista. Si oculta una pistola entre sus dedos. Recientemente la Audiencia Nacional ha tenido que reducir penas a gente de la kale borroka porque no pueden poner sobre la mesa hechos para empapelarles.

Seguramente habrá también afiliados al PNV, al PSOE, al PP, a otros partidos legales, que tengan un cuñado abertzale. ¿Pasan a ser sospechosos? ¿Habrá que ilegalizar también estos partidos? ¿Y los votantes? ¿votar a una plataforma “fantasma” de los terroristas no equivale, acaso, a subvencionar sus bombas? ¿Deberemos procesar y empapelar a miles de personas por haberles votado? Si es así, ya deberíamos ir empezando.
Malo es el rumbo de una democracia que lucha contra sus amenazas ilegalizando partidos, por mucho que sus miembros lo merezcan. Suena a medida desesperada, huele a solución banal. Y lo peor es que ese camino tiene principio, pero nunca tiene final.

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In memoriam Ignacio Uría, y los demás.


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El mayor crimen está ahora, no en los que matan, sino en los que no matan pero dejan matar. José Ortega y Gasset

3 comentarios:

  1. Menudo testimonio. Contudente, sincero. Y por desgracia demasiado real, demasiado cercano. SObre todo estoy de acuerdo enque el problema no está en los asesinos sino en los que señalan.

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  2. Sinceramente, estoy profundamente en desacuerdo con este post.

    Para empezar, entiendo que está de moda decir que todo es culpa de Aznar y tal, pero si vemos la evolución de e.t.a. no podemos dejar de notar que nunca se estuvo tan cerca de acabar con la banda como en la primera legislatura de este siglo. La banda, sin dinero ni altavoces políticos, se asfixiaba. Nunca fue tan perseguida a nivel internacional como tras el 11 de septiembre. Pero el gobierno de ZP negoció con ella y llevó declaraciones ambiguas al parlamento español y al europeo, además de subvencionar la audiencia de los asesinos ante instituciones como el centro Henry Dunant de "resolución de conflictos". Eso legimitó a e.t.a. para muchos años. Le gobierno del PSOE inaplicó la ley de partidos dejando que volviera e.t.a. a los ayuntamientos (lo que supone millones de euros para la banda y acceso a datos personales de docenas de miles de ciudadanos vascos).

    Además, el autor del post parece ignorar (y lo digo con todos mis respetos) la letra de la Ley de Partidos. Todo el post se despeña por ese razonamiento obtuso que el nacionalismo y el socialismo vacuo nos repiten desde hace años: que ilegalizar un partido supone ilegalizar a sus votantes.

    Eso no tiene ni pies ni cabeza: se ilegalizan las estructuras satélites de una banda de asesinos, no el pensamiento. Es lo que hacen casi todos los países democráticos y la vergüenza para España es que Batasuna existiera impunemente durante 20 años sin una Ley de Partidos como la que hubo (y ahora sigue habiendo aunque el Gobierno y la Fiscalía la puentean).

    Por otra parte, hay otro razonamiento bastante sorprendente en el post: el de que entre los 4 jugadores de naipes haya un proetarra y que "meter" la Ley de partidos en esa realidad altera la convivencia. No señores. Lo que altera la convivencia es el tiro en la nuca (o en la frente, como a Uría) la amenaza y el que un vecino tuyo te diga que igual les dice a los asesinos dónde aparcas los viernes.

    La recomendación que parece sacarse del post es sencillamente que "las cosas son así" y que no podemos vencer a una panda de asesinos. Con esa mentalidad derrotista, sin duda lograrán sojuzgarnos. Claro que se puede con ellos, pero primero hay que creérselo.

    No olvidemos que e.t.a. nunca se ha enfrentado contra todo el Estado de Derecho, porque éste siempre ha estado frenado en instancias políticas por el nacionalismo que ve a e.t.a. como a una aliada o un chiquillo descarriado que "a veces se pasa de la raya aunque tienen razón".


    Opiniones como las de este post son las que engordan las esperanzas de e.t.a. Lamento ser tan contundente.

    Saludos.

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  3. Didac: gracias por comentar. El problema también está en los asesinos, claro que sí. Pero como dijo Ortega, en la cita que pongo al final, "ahora mismo", tal como están los asesinos de cercados, el mayor problema está en los que siguen haciéndoles el grupo de apoyo.

    Nightcrawler: gracias por comentar y bienvenido al blog.
    Celebro estar en desacuerdo: creo que en eso consiste la democracia, en estar de acuerdo y en desacuerdo, siempre sin llegar más allá de las palabras. Además, agradezco la precisión a la hora de señalar los puntos de desacuerdo. Intentaré explicarme.

    -"está de moda decir que todo es culpa de Aznar y tal..." etc
    No me acojo a ninguna moda. He tratado de ser bastante tibio a la hora de hablar de esa Ley, y de hecho, si lees bien, puedes ver que digo que me parecía lo más sensato en aquel momento. La Ley de Partidos no es algo malo: lo malo es concretamente "esa" Ley de partidos o, más bien, la forma en la que se aplica (mal, y si miras arriba verás que me refiero también a la mala aplicación por parte del Gobierno del PSOE).

    Nunca he puesto en duda, ni en mi vida privada ni en este blog, el excelente trabajo policial durante los Gobiernos de Aznar y, ojo, durante todos los demás Gobiernos desde entonces (los anteriores ya son harina de otro costal). Poner medallas a Aznar por la persecución de la Policía... me vale, pero entonces tendremos que poner siempre una medalla al presidente de turno cuando un funcionario acierte. No me parece injusto, pero si me parece injusto el inverso: si te tratan mal en la cola de Sanidad, la "culpa" no es del presidente de turno, es del funcionario. ETC (podemos estar así hasta el siglo que viene)

    Sobre la legitimación del terrorismo. Podemos debatir mucho, pero si nos fijamos en las multidetenciones recientes de asesinos en Francia (mérito de la Policia, repito, pero estadísticamente nunca tantas y de tal calado en tan poco tiempo) veremos que la imagen de este problema en Europa se ha visto reforzada. Por mi trabajo viajo mucho por Europa, tengo muchas amistades, y noto un cambio sutil: de pensar "en España hay unos tipos con pistolas que matan y es un problema muy serio en España" han pasado al "La mafia terrorista española es algo que Europa no se puede permitir". Sin duda, el factor 11-S ha colaborado mucho en ello, la "moda" del terrorismo como enemigo etc, pero también el hecho de que cada vez está más claro que hay voluntad de terminar con esto como sea.

    -"Además, el autor del post parece ignorar (y lo digo con todos mis respetos) la letra de la Ley de Partidos. Todo el post se despeña por ese razonamiento obtuso que el nacionalismo y el socialismo vacuo nos repiten desde hace años: que ilegalizar un partido supone ilegalizar a sus votantes."
    Bien. Para empezar no ignoro la letra de la Ley, pero conozco mucho mejor, y muy de cerca, los problemas de aplicar dicha Ley. Me refiero a los problemas con que se enfrentan los jueces (esos bichos de negro que parecen ser culpables de todo) cuando tienen que aplicar una Ley penal donde la frontera entre un delito de terrorismo y un "delito de opinión" (figura que en España obviamente no existe) es demasiado difusa. Remito de nuevo a las recientes rebajas de penas de un grupo amplio de kaleborrokos: los jueces deberían empapelarles bien, pero no pueden porque sus delitos son demasiado "sutiles" para ser juzgados en firme.

    Sobre ilegalizar votantes. No he dicho que se ilegalice a sus votantes. He dicho que esos votantes siguen en la calle. Por mi que los metan en la cárcel, no me preocupa. Pero están en la calle, preparados para votar a la siguiente lista blanca que sean capaces de reunir sus amigos de las pistolas. Y eso es un disparate, y de ahí viene el título de este texto. Antes de ilegalizar a un partido semejante hay que tener un plan sobre lo que pasará con sus votantes, a quien van a votar luego. Si en muchos países de Europa se toleran partidos claramente neo-nazi es precisamente para evitarles el gustazo de tener publicidad por ilegalizarles... para luego abrir otro, y otro, y otro, y otro...

    -"se ilegalizan las estructuras satélites de una banda de asesinos, no el pensamiento"
    Efectivamente, ahí está el problema. Que el pensamiento de cualquier persona que crea que matar "es normal", o en "según que ocasiones", o que lo de Euskadi es un "conflicto" no es un pensamiento respetable. Legal puede, pero no es admisible en un estado de derecho. Hay que ir directamente hacia eso, atajar el hecho innegable de que los terroristas no han perdido el apoyo de sus hooligans. En los USA, si un chico en una redacción del colegio desliza ideas antisemitas agresivas (por ejemplo) sus padres se enfrentarán a un serio problema para explicar porque su hijo tiene ansias genocidas. Hay cosas que no se pueden pensar y, a la vez, convivir en democracia.

    -"el de que entre los 4 jugadores de naipes haya un proetarra y que "meter" la Ley de partidos en esa realidad altera la convivencia. No señores. Lo que altera la convivencia es el tiro en la nuca"
    No he dicho que meter la Ley en ese panorama altere la convivencia. He mostrado un caso real, de tantos, en el que no tiene sentido hablar de Ley de Paartidos, porque es inútil. Porque al vecino que está dispuesto a facilitar tu muerte, a ese, no le meten en la cárcel con ninguna Ley de Partidos. Seguirá en la calle, esperando a que el siguiente pistolero necesite un soplo.

    -"La recomendación que parece sacarse del post es sencillamente que "las cosas son así""
    Lamento que se pueda extraer esa recomendación. No es en absoluto mi opinión ni mi intención. Si recomendase algo (no soy nadie para recomendar) sería algo más del tipo: dejémonos de mierda política sobre este tema, y vayamos al grano del problema, osea, dejar con el culo al aire a quienes respaldan desde sus tarimas y sus sillones a esta pandilla de descerebrados.

    -"e.t.a. nunca se ha enfrentado contra todo el Estado de Derecho, porque éste siempre ha estado frenado en instancias políticas por el nacionalismo que ve a e.t.a. como a una aliada o un chiquillo descarriado que "a veces se pasa de la raya aunque tienen razón"."
    Cierto. Pero también son culpables unos PSOE/PP que han visto en este tema una mina inagotable de propaganda ideológica, sea del tipo "hay que hablar siempre con todo el mundo" (demagogia flowerpower del PSOE) o sea del tipo "el final de esta gente es la cárcel" (simplificación populista del PP).

    Por último dos cosas: la opinión de un cuidadano, sea la que sea, no engorda las esperanzas de un asesino o un grupo de matones.

    Y no pida disculpas por su contundencia. La contundencia es sítoma de que el tema le preocupa, como a mi, como a tantos. Y además es la manera de exppresarse en internet, aun a riesgo de ser malinterpretado, pero siempre sin riesgo de quedarse corto.

    Gracias por opinar. Compartimos más de lo que cree.

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