viernes, 28 de noviembre de 2008

Predicar con el ejemplo

Un grupo de preocupados ciudadanos demócratas, amparados en una docena de asociaciones cívicas, organizan una fuerte manifestación sonora en las calles de una capital. Protestan en defensa de los pantalones largos, concretamente los de color azul marino, y en contra de la amenaza que suponen los pantalones cortos, cada vez más extendidos. Estos sanos ciudadanos se preocupan enormemente de la influencia que la nueva tendencia en el vestir puede ejercer perniciosamente sobre sus hijos. Su pesadilla es ver a sus vástagos vistiendo un pantalón corto. La mera idea les repugna, pues asco es lo que provocan los pantalones cortos.
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¿Fantasía orwelliana? En absoluto. Sustitúyanse los tipos de pantalones por tipos de unión civil y tendremos un ejemplo del espectáculo que se monta de vez en cuando en Madrid. Los lectores más avispados protestarán, diciendo que no se puede comparar el matrimonio entre homosexuales con unas bermudas. Pero se equivocan: en lo que a un ciudadano cabal respecta, el sexo de la pareja de mi vecino debería importarme tan poco como la longitud y color de su fondo de armario, o si entra o sale del mismo, pues el vecino no me obliga a imitar sus tendencias, ni sexuales ni en el vestir. Y si verle me produce disgusto, basta mirar a otro lado.
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Si los manifestantes fueran un comité de vegetarianos contra el chuletón, saldría en las noticias con cierto recochineo. O cinco modelos rubias y guapas, encueradas contra el maltrato animal. Pero estos foros de la familia, que, con apenas unos cientos de socios, pretenden ser la voz de los cuarenta y pico millones de españoles, gozan del respaldo de los poderes fácticos, especialmente la cúpula de la amiga Iglesia española. “La familia está en peligro”, afirman un grupo de caballeros (todos hombres) que, según su vetusto código de comportamiento, tienen vetado tener familia. Hay que tomarlos en serio. Como si un ciego pretendiera enseñar a pintar la luz a Monet, los purpurados alertan de la perversión de las sanas costumbres familiares, que ellos no tienen, alentada por un Gobierno pro-divorcio, pro-aborto y pro-gay. Como colofón, uno de los máximos representantes de la institución que creó la Inquisición, toleró el Holocausto y convivió con el franquismo (entre otras perlas) acusa al Gobierno de atentar contra los derechos humanos. Sería de reír hasta la lágrima, sino fuese algo tan serio. Viniendo de una organización en la que las mujeres están marginadas desde hace 2000 años por cierta parábola mitológica con una manzana y una serpiente, sus amenazas no deben tomarse a la ligera.
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Ya se sabe que la ley moral de la Iglesia es elástica, pero siempre cae del lado que debe caer. Si yo, rojo irredento e impenitente que arderá en el infierno, me divorcio, es un pecado contra la santa institución del sacramento nupcial, y pobres mis hijos sin padre. Pero si se divorcia el muy noble Rodrigo Rato, o si el, siempre devoto, Francisco Álvarez Cascos, emplea esa misma ley de divorcio por él denostada para coleccionar exmujeres como quien colecciona chapas de botellas vacías, se trata de algo normal ¿Sarkozy con una modelo? ¡Goza de la vida sanamente!
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Si mi hija o sobrina, violada por un animal que, encima del daño físico, la ha dejado encinta, decide abortar para no perpetuar en su vida el lastre de la barbarie, está cometiendo un crimen contra la creación y deberá esquivar las pancartas e insultos antiabortistas para entrar en la clínica. Mientras tanto, la hija pudiente del próspero industrial puede viajar discretamente a Londres para desembarazarse, siempre que no lo airee en público durante un partido de paddle.
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Si decido que las mujeres no me interesan y quiero unirme afectiva y legalmente a mi monitor de surf, ¡madre mía!, además de estar ya consumiéndome por las llamas, estoy condenando a mis hijos a la sodomía. El concejal del PP del ayuntamiento de Ourense (como ejemplo), que no tardó ni un mes en casarse con su novio tras aprobarse la ley (y al que le deseo toda la felicidad… y que cambie de partido, si le resta coherencia), ese sí puede, claro. Con la bendición de Don Manuel, de Mariano, de Jose Mari, y de quien haga falta. Y aun está por ver que no les bauticen a sus hijos – adoptados, como es lógico, que ellos son centristas y no contagian perversiones a sus vástagos – en alguna catedral milenaria.
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La homofobia es un recurso propio de la Iglesia Católica. El modelo educativo ideal que durante siglos ha practicado esta empresa milenaria ha consistido en segregar a niños por un lado y niñas por el otro, sin permitir contactos entre ambos sexos, por si las moscas, “quien evita la ocasión evita el peligro”. Como quiera que la segregación promocionó los tocamientos, ¿por qué hacer la vista gorda, son niños y santas pascuas, pudiendo traumatizarles con amenazas de ceguera? Ni otro sexo, ni el de uno propio: pues no quedan muchas alternativas, descartando los cuadrúpedos. Ningún modelo educativo ha promocionado tanto las tendencias homosexuales como la olla a presión de hormonas que la Iglesia tuteló durante siglos, y que aún perpetúa en los Seminarios (por no hablar de monasterios y conventos). Por eso su activismo homófobo: la sodomía es el pecado más recurrente, la tentación más presente. No es como decir “hay bombas atómicas en Irak”: si te despistas, te bajan los pantalones… e igual le tomas el gusto.
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De esa tentación nos hablaba, pobre hombre, el Arzobispo (homosexual y pederasta, cabe deducir) de Tenerife. Este buen hombre denunciaba hace un año el acoso al que le someten los adolescentes, que van por la vida provocando a los curas, ya se sabe que con 15 años lo que uno más quiere es que un cura cetrino abuse de él. Lo más grave no es que este señor reconozca tácitamente su homosexualidad – debería ser apartado de sus votos con los que, a todas luces, tiene un serio problema– y no tan calladamente sus tendencias pedófilas (si dice que le provocan los menores, y que los chavales desean los abusos… por menos de eso, hay unos cuantos en Alcalá-Meco, camisa de fuerza incluida). Lo realmente escalofriante del asunto es que los defensores de la familia, sus colegas y socios de las “manifas” en Colón, no han dicho ni pío. Como quien oye llover, oiga. Ya se sabe: que papá y papá sean hombres y tengan barba los dos, por mucho que te quieran más que a su vida y se despellejen para darte una educación, te deja tocado de por vida, tanto que es mejor ser huérfano a hijo de gays. En cambio, el seminarista que te acosa sexualmente y te amenaza para que no digas nada de los tocamientos, que se queda sin trabajo… ese te deja gratísimos recuerdos que atesorarás mientras vivas, como las fotos de la luna de miel en Mallorca. Luego vas y lo invitas a casarte en tu boda, esa con aquella chica a la que quizás engañes con la vecina, pero de divorcio nada: ella a aguantar los cuernos y parir los hijos con devoción.
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Todo se basa en la mentira. La Iglesia, y los grupos de poder con los que se alía, prefieren el subterfugio, que todo se lleve con discreción. Si luego salta la gallina, con miles de condenas por violación en los Estados Unidos por ejemplo, pues pagamos unas indemnizaciones gordas, y que se tape todo. A un pederasta normal le caería la perpetua, pero si es cura, no pasa nada: que siga a lo suyo, cámbialo de Diócesis, que quizás ya tiene a los chavales de Iowa muy vistos, que se vaya a Kansas, no nos vaya a denunciar por mobbing.
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Lo grave es que pretendan dar lecciones de democracia y derechos humanos y, encima, haya gente inconsciente que los jalea y aplaude, negando las evidencias. Vete tu a Colón, un día de esos que salen las “familias españolas” de manifestación, y pregunta por los casos de abusos a menores en la Iglesia, que sales apedreado, que ironía, por una manada de padres amantísimos que deben creer a sus hijos muy alejados del verdadero peligro. Al parecer es preferible que tu hijo estudie en un colegio donde el delegado provincial de la institución admite que los niños le van buscando que tener un par de vecinas lesbianas, que son un ejemplo pésimo para la educación de los niños, no te vayan a salir desviados, que asco, Dios nos libre.
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Un sinsentido absoluto, que comienza en la propia base. Una organización que no tiene el menor componente democrático pero pretende que se la considere al tomar decisiones en un Estado de Derecho. El día que los papas sean elegidos por cardenales/compromisarios, a su vez elegidos por voto directo de los fieles en las parroquias, o al menos por los párrocos siquiera, quizás la Iglesia se gane el derecho a entrar en el juego democrático como agente protagonista. Hoy en día no hay excusas, en la era de las telecomunicaciones: SMS [espacio] Ratzinger al 666, para ver si tenemos fumata blanca. No es tan difícil de organizar un proceso electoral actualmente, siempre que haya voluntad. Y encima ganarían dinero, y no haría falta pagarles de nuestros impuestos en un país laico como el nuestro (esa también es buena). Mientras tanto, deberían aplicarse en controlar a los muchos desaprensivos que se han infiltrado en ella, con el compromiso de que la delincuencia sexual siempre es más leve si uno viste sotana.



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"Allí donde Dios erige una iglesia, / el demonio siempre levanta una capilla; / y si vas a ver, encontrarás / que en la segunda hay más fieles". Daniel Defoe

3 comentarios:

  1. En fin, en fin¡¡¡

    No seré yo quien defienda a la Iglesia..., pero veo que te gusta convertir lo anecdótico en categoría; lo excepcional en regla¡¡¡

    Eres un experto rastreador de incongruencias..., debes de ser la persona más coherente y cabal del mundo..., irreprochable tu transparencia...

    Lástima que "apestes" a tendencioso, a fanático, y a lector compulsivo del catecismo progre¡¡¡

    Admiro a la gente capaz de escribir cosas en su blog sin tener la certeza de que lo que están diciendo tiene algún sentido y al gún valor...¡¡¡

    El blog usado como saco de boxeo, donde aliviarse de las ansias de...

    Una pena¡¡¡

    Una duda: porqué carajo iba a tener que ser democrática la Iglesia?
    Habría más preguntas que hacer..., pero pareces ser cerril...¡¡

    Con gente con la capacidad crítica que tú tienes..., sociedad civil de mierda¡¡

    Un saludo¡¡

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  2. Primo! Veo que al final te has animado con el texto sobre la Iglesia.
    Recuerda que la Iglesia no es la única que miente: en esta sociedad nuestra todo es apariencia pública. Los políticos que pagan los anuncios de las campañas antidroga luego hacen sus fiestecitas con prostitut@s y estupefacientes a raudales.
    Todo está en aparentar ser decente.

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  3. Jorge: muchas gracias por tu comentario. Me gustaría debatir los términos.

    En primer lugar, no me afirmo en experto rastreador de nada. Tengo mi opinión, como cada ciudadano libre, y la expreso como debemos hacer todos, si es nuestro deseo. Incoherente como todo ser humano, y en ocasiones no lo seré tanto. Veré la paja en el ojo ajeno, y demás proverbios. Imperfecto en definitiva, como todos.

    No creo que deba sentir lástima. Cada cual se define como desea, nuevamente en libertad.
    Segun la RAE:

    Apestar.

    1. tr. Causar, comunicar la peste. U. t. c. prnl.

    2. tr. Corromper, viciar.

    3. tr. coloq. Fastidiar, causar hastío.

    4. intr. Arrojar o comunicar mal olor.

    Entiendo que el significado de mi apestamiento se recoge en este último apartado (no soy infeccioso, jamás he corrompido nada ni a nadie, y no creo que el hastío sea el motivo, pues leer "este nuestro blog" es acto libre).
    No veo que ninguna posición, por tendenciosa que pudiere ser, "huela mal". Todo ser humano es tendencioso: no me creo ejemplo de nada, pero tampoco creo que nadie pueda presumir de una idealizada "objetividad".

    Sobre el "fanático" (1. adj. Que defiende con tenacidad desmedida y apasionamiento creencias u opiniones, sobre todo religiosas o políticas), no creo que la tenacidad ni el apasionamiento sean defectos, aun siendo desmedidos. Por otro lado, me veo muy medido en todo momento, sin violentar los márgenes de la pura/mera retórica.

    "Lector compulsivo del catecismo progre" es una definición que ya he leído, muchas veces, en medios escritos (no oigo la radio española) que no son precisamente progres, en referencia al diario El País.
    Si leer a diario el periódico, y no sólo uno sino varios, españoles y extrangeros, y de diversas tendencias, es negativo, algo falla. En todo caso corresponde a mi esposa e hijos juzgar (y reprender) en el caso de que debiera emplear ese tiempo en atenderlas más que a las noticias.

    Bienaventurado aquel que tiene la certeza de que sus palabras tienen algún valor. Tiene, sin duda, un gran problema. Las mías no valen más que lo que son: palabras y humildes opiniones.Libres, eso sí.

    Creo que me quedaré con las ganas de saber qué ansias vacío en este "saco de boxeo". Muy al contrario, poner por escrito meras opiniones ayuda más en plan "Pilates" que en plan kickboxing.

    "Una duda: porqué carajo iba a tener que ser democrática la Iglesia?"

    Respondo: en ningún momento planteo que la iglesia "deba" ser democrática. Es una empresa privada que establece sus leyes. Simplemente opino que como empresa privada, su libre opinión no debe considerarse jamás como dogma de Estado, tal como pregonan ciertos de sus señalados miembros cada quince días. Respeto para la Iglesia, especialmente para sus fieles. Pero respeto también de la Iglesia para quienes opinan sobre ella.
    Por otra parte, si la Iglesia aspira a compartir esta sociedad democrática occidental debería ajustarse a ella, al menos en lo relacionado con la punición de los delitos. Por mucho que los trapos sucios se laven mejor en casa, hay delitos que deberían ser juzgados independientemente de si es un láico o un sacerdote quien los comente. Y eso, no sucede. Si un gitano ajusta cuentas al viejo estilo con un miembro de su familia, se le juzga por crimen. Si un señor sacerdote pasa la línea de la legalidad, en el campo que sea, debería ser juzgado. Y eso no ocurre.

    Llego al primer párrafo.
    "No seré yo quien defienda a la Iglesia..., pero veo que te gusta convertir lo anecdótico en categoría; lo excepcional en regla¡¡¡"
    Denominar "anecdótico" a los miles (digo bien, miles) de casos probados de abusos a menores que se atribuyen a sacerdotes de toda la cristiandad es muy serio.
    Simplemente me preguntaba porque las familias que se manifiestan "a favor de la familia" insultaron a algunos periodistas que les hicieron la pregunta de "¿Qué pasa con los coras pederastas?". O bien no les interesa la pederastia, lo cual no encaja con el perfil de familia preocupada, o bien no son conscientes de ello (creen que son "habladurías de progres"), o bien son, al menos, tan cerriles como, se supone, es mi caso.
    Libremente cerriles, en todo caso. Pero Sea por desinterés o por omisión, ese delito, el más abominable que existe en el ser humano con mucha diferencia, no es anecdótico. Y no digo en lugar alguno que "todos los sacerdotes sean...". No.
    Pero es un hecho probado que los representantes de los obispos, en este y otros países, no han dicho nada al respecto. Y eso es muy grave.

    Las preguntas, como los comentarios, son muy bienvenidos. Sea un servidor cerril o no, no creo que venga al caso para responder y, llegado el momento, debatir si mis respuestas no son convincentes. Lástima que encuentro sólo una pregunta en un comentario tan encendido.

    Para finalizar, que ya sobra texto, dos cosas.
    Una: la sociedad civil nunca es una mierda. Ni siquiera es obligatorio tener "capacidad crítica" para ejercer derechos de ciudadano. Es defectuosa, como somos todos sus integrantes, pero no es una mierda.
    Dos: yo si lanzaré algunas preguntas, quizás al aire, ojalá no.

    -¿Son acaso los casos de abusos a menores por parte de sacerdores una ficción? Y si no lo son, ¿cuál es el papel que la sociedad civil debe tomar en semejantes delitos?

    -Sea o no democrática, ¿debe la Iglesia, o cualquier otra confesión, respetar las normas del Estado en que habita?

    -¿Qué ocurre con los sacerdotes que expolian los bienes artísticos de sus parroquias para venderlos en el mercado de antigüedades y arte sin consentimiento del Estado y la connivencia (o cuando menos silencio) de sus superiores?

    -¿Tiene más derechos uno de los miles de ciudadanos que se manifiesta contra las bodas entre homosexuales que uno de los miles de ciudadanos que acuden al desfile del orgullo Gay?

    -¿Por qué la, tan tradicional, comunidad de Madrid da patadas todos los años para que su Día del Orgullo Gay sea un gran evento? ¿Son más respetables los homosexuales como agente económico que como ciudadanos?

    -¿"Por qué carajo" la Iglesia no puede ser democrática? ¿Acaso presenta la democracia incompatibilidades con la gestión de la Iglesia? Y si es así, ¿debe cambiar la democracia o debe cambiar la Iglesia?

    -¿Por qué un lider político "comprometido con la familia" y contra las uniones homosexuales tolera, acata o bendice la unión de un concejal homosexual de su partido y luego llama "mariposón" al concejal del partido de enfrente? ¿Es un ejercicio de coherencia?

    Primo: creo que esa cultura de la negación y la ocultación es generalizada. No creo que sea aportación de los políticos sino más bien algo que ellos "se contagian" de la sociedad en la que viven. Con respecto a la Iglesia, la historia larguísima de esa empresa provoca que las modernizaciones tarden siglos en ser efectivas.

    Saludos desde el anonimato,
    Anonimus Prime

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