lunes, 3 de mayo de 2010

En la lista de los “listos”


España, como cualquier país, entra en el juego de las listas. Como dijo un publicista brillante, “todas las listas tienen algo en común: siempre hay un primero, y después vienen todos los demás“. Se elaboran listas de riqueza, de crecimiento económico, de déficit público, de integración, de gasto militar…

Estas listas sólo sirven para ayudar a los políticos a su habitual estrategia de desinformación informada. La población, ganado ávido de saber en qué posición estamos en cada aspecto listable que se le ocurra a los estadísticos, puede sentirse orgullosa o escandalizada.

Orgullosa cuando, dicen, España resulta ser uno de los países del mundo con mayor nivel de vida. Escandalizada en los casos en que el sistema educativo, según nos juran, es de lo peor del Universo sideral a este lado de la Vía Láctea.



Pero hay una lista en la que España destaca y a nadie parece importarle. Es la lista de los “listos”.

En esa lista, el país de Belén Esteban está encuadrado con compañeros de lujo: Argelia, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, China, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Egipto, España, Finlandia, India, Indonesia, México, Noruega, Pakistán, Perú, Tailandia, Venezuela y Vietnam. Sólo consuela que también están Canadá, Italia y Grecia, pero quizás no tanto consuelo viendo cómo les va ultimamente a esos tres...

Esa lista destaca, según la USTR (United States Trade Representative) a los países piratas por antonomasia. Aquellos que violan sistemáticamente todas las leyes sobre propiedad industrial e intelectual. Los paraísos de la piratería.

Canadá tiene excusa: su tradición es tocar las narices a los Estados Unidos, en todo, y hacer siempre lo contrario. El resto de la lista son países bananeros que destacan por no respetar el mínimo sentido común.

España, claro, está entre los primeros. Aquí, en esta bendita piel de toro, donde decir en público que eres escritor o músico equivale a que te miren como si te dedicases a la trata de blancas (y de la gente que hace cine, menor no hablemos).


Aquí, donde la SGAE es más conocida y odiada que Hacienda.


Estados Unidos dice, y con toda la razón, que en España no se observa el mínimo respeto por el trabajo intelectual y que las descargas ilegales son norma: casi la mitad del tráfico mundial, que se dice pronto teniendo en cuenta que somos de los países más atrasados de Europa a la hora de tener cobertura de internet.

Osea, que de cada dos internautas, uno dedica su red a hacer cosas ilegales.

Y cuidado, que a nadie se le ocurra pedir que se legisle y se persiga a esos delincuentes. Sí, sí, delincuentes, ladrones, chorizos, piratas… A ver si nos enteramos de una vez que es un delito, que está mal, que deja a miles de personas en el paro, además de ser una falta de respeto.

Si te gusta la música, págala. Si te gusta el cine, págalo.

No es para tanto.


Luego están las “asociaciones de internautas”, formadas mayoritariamente por informáticos e ingenieros, que dicen que la Ministra de Cultura (que en Gloria esté) les persigue. Esa gente luego llega a su casa y comprueba que la descarga de las seis temporadas de ‘24’ siga a buen ritmo. Les gustan mucho el cine y las series, dicen.

Pero cuidado, cuando desarrollan su trabajo, su software, se cuidan mucho de poner trabas anticopia.

Una cosa es robar el trabajo a otros, y una muy diferente que te lo roben a ti y que se te quede cara de idiota.


El otro día salía de una tienda con dos DVD recién comprados en la mano y la gente me miraba como diciendo “mira ese gilipollas, o no tiene internet o es rico”.

La cultura es cara, se justifican.

Es la justificación básica, me imagino que la deben enseñar en la escuela. Pero luego sales a la calle y resulta que todo Dios tiene un Volkswagen, como poco, y cenan en uno de los cientos de restaurantes que hay en las ciudades españolas, y se toman copas de 8€ cuyo coste al hostelero no le llega a 50 cent.


Y pagan 10€ por ver ‘Avatar’ en 3D. Eso no les parece caro, porque está de moda.


Sólo espero que llegue pronto el día en que cada uno de esos ladrones del siglo XXI tenga que grabarse a sí mismo cantando, porque los gilipollas de los cantantes hayan tirado la toalla y decidido dedicarse a algo que les alimente sin sentirse unos apestados.


Tendrán lo que merecen.


¡Qué viva la tecnología!
____________________________________________________
"Es lícito violar una cultura, pero con la condición de hacerle un hijo".

Simone de Beauvoir (1908-1986)

No hay comentarios:

Publicar un comentario